Saturday, July 21, 2012
LA OBESIDAD POLITIZADA
La acumulación excesiva de grasa en el cuerpo humano, ha llegado a ser considerado un problema de salud pública a nivel mundial. El incremento de peso eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, colesterol y triglicéridos y en algunos casos los individuos pueden ser objeto de bromas, rechazo e intimidaciones, convertiéndose en patrón de estigma social, perjudicial para la autoestima . El estilo de vida sedentario de la sociedad actual, donde la actividad física es menor de la que el cuerpo requiere, la necesidad de más de un ingreso familiar, aunado a la falta de tiempo para la elaboración de comidas caseras, llevan al consumo excesivo de calorías presentes en la comidas rápidas, bebidas azucaradas y alimentos congelados. El sobrepeso en la niñez se ha convertido en una preocupación para el gobierno norteamericano, medidas como una dieta balanceada en los comedores escolares y el remplazo de sodas por jugos en las máquinas expendedoras comienzan a dar buenos resultados, aun cuando estas medias atentan contra los intereses ecónomicos de las poderosas embotelladoras. La primera dama, Michelle Obama, mantiene una campaña contra la obesidad infantil llamada “Movámonos”, cuyas propuestas son: ejercicio, consumir frutas y vegetales, menos horas frente al televisor, evitar las bebidas azucaradas y comer en familia. La obesidad ha generado un intenso debate en las sesiones legislativas de la Florida, al ponerse en el tapete de las discusiones si es procedente usar los cupones de comida para comprar artículos como papas fritas, dulces y sodas. La senadora republicana Ronda Storms ha armado una fuerte tormenta política al proponer que la comida chatarra sea excluída de la lista de los alimentos financiados por los contribuyentes. Su proyecto de ley ha chocado con la férrea oposición de liberales, conservadores, demócratas, republicanos, de los cabilderos de la industria de los refrescos, las tiendas y de los productores de jarabes que agregan calorias a los alimentos. De todas maneras por ser la asistencia de alimentos un programa federal, cualquier modificación al mismo debe ser aprobada en Washington, y como en la capital no existe el concenso para dicha alteración, ante esta obesa coyuntura nos preguntamos, quién le pondrá el cascabel a este problema tan gordo como ese gato perezoso y comilón llamado Garfield.
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