Saturday, February 17, 2018

Matanza escolar






El miércoles de ceniza, el mismo día del amor y la amistad, se convirtió en una desgarradora fecha de odio y terror cuando un solitario joven de 19 años, expulsado de la escuela por mala conducta y con obsesión por las armas, abrió fuego dejando 17 muertos y más de 15 heridos en su escuela superior en Parkland, Florida, convirtiendo esta masacre en la novena de los últimos tiempos.
La triste historia vuelve a repetirse en otra ciudad del país más poderoso del mundo, solamente difiere el número de asesinados y que las banderas serán izadas a media asta por decreto presidencial, pero oiremos las mismas oraciones en las vigilias convocadas, las peticiones a un mayor control de armas, la mención a la segunda enmienda de la Constitución, el poderío de la Asociación Nacional del Rifle, los exámenes psiquiátricos a los compradores, la seguridad y el protocolo en las escuelas, la violencia en los videojuegos y la participación de niños y adolescentes con traumas y acoso en el hogar y la escuela en estos incidentes.
Nikolas Cruz portaba un arma comprada legalmente, un rifle AR-15, uno de los más usados en anteriores masacres y con millonarias ventas de unidades a nivel nacional, el asesino había amenazado a través de las redes sociales que se iba a convertir en un tirador profesional en la escuela y el F.B.I. lo tuvo en la lupa en el mes de septiembre.
La escuela en cuestión lleva el nombre de la insigne ambientalista Marjory Stoneman Douglas y este amargo suceso enluta su obra cumbre, los Everglades río de hierba, desgraciadamente esta vez en su cauce no fluyó cristalina agua sino un doloroso torrente de sangre.



La Amazonia amenazada


                                  



La constante amenaza contra el corazón selvático de la Amazonia, pulmón vegetal del planeta, está lacerando el ambiente. La deforestación, la desmedida explotación de sus recursos, la construcción de represas y rutas que se abren paso entre frondosos árboles, el desplazamiento y muerte de comunidades indígenas por armas y enfermedades, la irreversible contaminación, el peligro de extinción de la flora y fauna; son fatídicas acciones que cada día ponen en riesgo la biodiversidad de ese preciado bosque lluvioso tropical, cuya invalorable riqueza lo hace único en el mundo.
El mito europeo de El Dorado, basado en una fabulosa e imaginaria narración, cautivó a codiciosos aventureros en la búsqueda de la oculta ciudad de oro y junto a osados conquistadores, deseosos de llenar las alforjas con auríferos tesoros, marcaron la ruta a múltiples expediciones que se adentraron en la espesa selva y navegaron caudalosos ríos en la búsqueda del paraíso de áureo resplandor. Muchos exploradores    rastrearon la jungla persiguiendo el espejismo del oro, entre ellos Walter Raleigh, el corsario inglés protegido de la corte isabelina, así como el sabio Alejandro Humboldt, quien desmintió la dorada leyenda de Manoa, la grandiosa ciudad edificada con puro oro.
Pero la fiebre del oro nunca termina, porque existen abundantes yacimientos y la humanidad siempre ha soñado con destellantes pepitas para calmar el voraz apetito de opulenta riqueza. Desgraciadamente este sueño se ha convertido en una peligrosa pesadilla y la minería ilegal ha infectado el exuberante ambiente con alcohol, drogas, enfermedades, esclavitud, prostitución, asesinatos, lavado de dinero proveniente del narcotráfico y la nociva contaminación con mercurio, metal pesado y extremadamente tóxico utilizado para separar el oro de las rocas; poderoso veneno que amenaza este valioso ecosistema global indispensable para la existencia humana.