En estos difíciles tiempos de vientos huracanados y ausencia de
pacíficas brisas, de vendavales acrecentados por la alta concentración en las
emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes, en estos dolorosos
tiempos de movimientos telúricos que derrumban edificios, de inundaciones que
se tragan las ciudades, de cruentas sequías, calores sofocantes y fríos que
congelan los alientos, en estos arduos tiempos de deshielos y talas de bosques
que están haciendo nada acogedora la vida en el planeta, en estos complicados
tiempos de profetas apocalípticos anunciando el fin del mundo, de análisis
científicos que presagian un contaminado mundo para las futuras generaciones,
en estos incoherentes tiempos de negación de los fenómenos provocados por la
actividad humana, de retroceso en la protección del ambiente, en estos
intricados tiempos cuando se elimina de un plumazo el Plan de Energía Limpia
promulgado por el presidente Obama y resurge la demagógica medida reformista de
la Casa Blanca para poner a funcionar las centrales termoeléctricas alimentadas
por la combustión del contaminante carbón, en estos penosos tiempos cuando el
presidente del país más poderoso del mundo y segundo emisor global de gases de
efecto invernadero, no cree en el calentamiento global y a golpes de tuit
retira a EEUU del Acuerdo de París contra el cambio climático, en estos
esperanzadores tiempos las naciones del mundo se reúnen en la Cumbre del Clima
para buscar soluciones contra la degradación del ambiente y evitar que las
temperaturas del globo sigan subiendo, en estos infaustos tiempos la nación de
George Washington da la espalda al medio y traiciona al planeta que nos acoge,
en estos oscuros tiempos cuando la economía se hace más importante que la
ecología, el hombre más poderoso sobre la faz de la Tierra deja de ser un mero
observador para convertirse en cómplice del desastre que se avecina.
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