Saturday, January 20, 2018

El Ártico peligra





El Ártico, esa prístina y fría región al norte del planeta, con un exuberante   ecosistema y una biodiversidad alucinante, abundante en valiosos recursos naturales y minerales, espacio vital de pueblos autóctonos, se halla en peligro. Canadá, EEUU, Dinamarca, Rusia, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, países agrupados en el Consejo del Ártico, luchan por apoderarse a como dé lugar de un gélido trozo de ese codiciado lugar.
El deshielo en el Ártico, secuela del calentamiento global, ha incrementado el tráfico marítimo a través del Círculo Polar Ártico, abriendo rutas comerciales y turísticas que conectan Asia, Europa y Norteamérica con un ahorro en costes y tiempo, pero con graves riesgos ambientales por el aumento de la temperatura del agua y la merma del hielo.
 Vladimir Putin, el presidente ruso, recién inauguró una gigantesca planta de gas licuado en el Ártico y botó el primer buque cisterna rompehielos del mundo, capaz de navegar todo el año, con 172.600 metros cúbicos de gas natural en sus bodegas. En este proyecto proclive a generar contaminación, participan compañías de Rusia, China, Francia y España.
Desde finales de los años 70 las empresas petroleras estadounidenses le tienen la vista puesta a la faja petrolera en las costas del Ártico, incluyendo el Refugio Nacional de Vida Salvaje de Alaska, espacio reservado a la protección del clima, la fauna y la población nativa de la zona. Pero el presidente Donald Trump, escéptico sobre los efectos del cambio climático, se prepara para otorgar licencias de perforación en ese territorio, apoyado por Lisa Murkowski, presidenta del Comité de Recursos Naturales y Energía del Senado y respaldado por la reforma fiscal que lograría el ingreso de miles de millones de dólares a las arcas de la nación.
El peligro que encara el Ártico es una cuestión que involucra a todos los habitantes del planeta y no sólo a los grupos defensores del ambiente, el grave riesgo por la contaminación podría ocasionar catastróficas e imprevisibles consecuencias. Todavía podemos detener el voraz apetito de empresas que buscan enriquecerse apoyadas en laxas regulaciones gubernamentales. Unamos nuestras voces, salvemos el Ártico.

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