Entre gases tóxicos y
con una biblia en la mano, el guerrero en su opositora desnudez, se levanta como
un ángel para posarse sin temor sobre una tanqueta represora. Una infame lluvia
de proyectiles es disparada a quemarropa contra su flácido cuerpo, cuando exige
a los soldados que no lancen más bombas.
“De los resistentes es
la última palabra”.
Albert Camus
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