En medio de nefastas
noticias que sacuden el alma, de la brutal represión del régimen venezolano o
el asesinato, con armas químicas, de inocentes criaturas en Siria; un
reconstituyente festival poético llega al condado de Miami-Dade para ayudarnos,
con la lectura de poemas, a recuperar la alegría perdida. Un acondicionado
autobús, conducido por animados jóvenes poetas, recorre las calles de la ciudad
y en sus medicinales paradas acogen jubilosos a un público ansioso de
cicatrizar las heridas espirituales con pócimas de verso y prosa. Al terminar
la terapia, los galenos del sentimiento entregan a cada paciente un poema como
récipe y fármacos para la total recuperación del regocijo. En cada frasco,
contentivo de un poema escrito en inglés o castellano, de acuerdo a la
preferencia del paciente, viene adherida la posología del tratamiento: un poema
por persona, tomarse dos veces al día o cuando sea necesario. Para mejor
resultado recomiendan leerse en voz alta, advierten que es solamente para
consumo mental, que puede causar sentimientos de gozo, que transferir el poema
a otra persona, que no sea el paciente a quien fue prescrito, puede dar como
resultado una positiva interacción y que la dosis expira, junto al festival poético,
el último día del mes de abril del año en curso. Debo confesar que, con tan
solo tres días de este medicinal tratamiento lírico, mi mente se siente más
tranquila.
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