A mí las palabras me
gustan como las gambas a Bubba, el “muy mejor amigo” de Forrest Gump. Me las
leo en una novela, me penetran en un poema, me inquietan si son teatro, me
emocionan cuando las cantan, me embriagan en un discurso, me queman si son
recitadas. Me gustan cuando gritan, perdonan, critican, alaban, aman, lloran.
Me encanta la palabra que hace reír y también la que se arrepiente. Las
palabras que recuerdan hechos y las que son recordadas como un hecho. Tanto me
gustan las palabras que me gustan calladas, cuando bullen en mi mente,
agitadas, ansiosas de salir. Y entonces las escribo aquí, las disparo como
flechas hacia vuestras almas. Y, de momento, dicho esto, no tengo nada más que
decir.
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