Yo, Edwin Villasmil, nací en Venezuela, dibujo y hago teatro, expongo y actúo. ¿Cómo explicar por qué lo hago? Mi infancia habitada por trenes que emiten ruidos, muchos ruidos. Las imágenes me llegan por los oídos, la mecánica se agita en mi mente y personajes fantásticos cobran vida y se mueven, se comunican, tienen ojos, me observan y de sus manos viajo a mundos inimaginables donde seres orgánicos y alados guerreros de acero vigilan mis trazos, desdibujando el sutil espacio entre lo real y lo imaginario, mientras las notas de Bach y Vivaldi inundan mi estudio.
La magia de las líneas y los puntos se unen en el papel vacío para construir un mundo quimérico donde la imaginación y la creatividad se funden, para ilustrar un mensaje portador de mis inquietudes.
Cuando el olor del papel y la tinta se apoderan de mi voluntad, la pasión derriba fronteras, el norte deja de limitar con la razón, el sur con la locura, el este con la lógica y el oeste con la sensatez. Mi horizonte es amplio, no hay señalizaciones que me indiquen lo permitido, lo prohibido, el pare o el siga, sólo me guía la paz
que siento al dibujar.
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