Sunday, March 5, 2017

AQUÍ NO SE HABLA MAL DE CHÁVEZ

                    


Juro solemnemente y pongo a la patria como testigo, que en esta crónica no hablaré mal del político fallecido, ya que de niño me enseñaron a no hablar de los muertos y de hacerlo hablaría mal del pueblo.
Por temor a ser denunciado, prometo seguir al pie de la letra la totalitaria orden emanada por Diosdado Cabello de colocar en mi sitio de trabajo, en este caso la computadora, un mandamiento que rece: “No hablaré mal de Hugo Chávez”. Garantizo no seguir la serie televisiva “El Comandante” dedicada al otro comandante, puesto que mis inclinaciones masoquistas no llegan a tanto. Declaro que cumplir con esta promesa es una tarea difícil a seguir puesto que, después de 18 años de revolución bolivariana y ojo, no tiene nada que ver con el “Comandante Eterno”, un rico país se encuentra desmoronado. Como la nobleza me obliga a cumplir lo antes enunciado, afirmo categóricamente que no es por culpa del “Mesías de los Pobres”, que en Venezuela el pueblo sufre de desnutrición, que la corrupción corroe los pilares de una narco-dictadura democrática, que los ciudadanos enfermos mueren por falta de medicinas e insumos médicos, que hay una inseguridad y una inflación galopante. Garantizo que fue el régimen y no el “Chávez de Verdad”, quien secuestró la libertad de opinión y expropió empresas productivas. Afirmo con el corazón en la mano que el alto costo de la vida, el desabastecimiento, la pobreza, los apagones, el mermado suministro de agua potable y otras plagas apocalípticas que afectan a la nación es culpa de una revolución socialista y confieso que sería injusto imputárselas al nuevo “Padre de la Patria”.
Dicho lo antes expuesto me siento libre de malos pensamientos y acciones, pues cumplí de manera categórica, la promesa de no romper el sagrado juramento patriótico de no hablar mal del extinto “Corazón de la Patria”. 

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