No hay objeto más
preciado en mi vida que la vetusta cédula de identidad. Ese pedacito de papel
laminado de 6x9 centímetros aproximadamente, que me permite demostrar que soy
venezolano y cobrar en el banco los quince y último.
En
múltiples ocasiones autoridades, instituciones públicas y privadas han
intentado retenerla y he tenido que blandir la “moribunda constitución” y “la bicha soberana” para impedir tal acción.
Igualmente cuando he sido víctima de atraco, me he despojado de todas mis
pertenencias y suplicado que me devuelvan tan valioso documento; por fortuna
los cacos han hecho caso a mis requerimientos y es así que conservo contra
viento y marea, contra malandros, policías, redadas y alcabalas, “a sangre,
sudor y lágrimas”, mi ilegible cédula de identidad, porque realmente es un vía
crucis obtener, renovar o reponer dicho documento público.
Para
evitar ser un indocumentado en contra de nuestra propia voluntad, debemos
tramitar las estaciones reglamentarias de un calvario que comienza al
levantarnos de madrugada para conseguir un número, o dormir a las puertas de
Identificación y extranjería, donde un texto nada alentador nos recibe: “Dios concede la
victoria a la constancia”, Simón Bolívar; o sea, que el padre de la patria nos
aconseja tener firmeza de ánimo, ser inquebrantables, inflexibles e insistir
con tesón para tramitar dicha credencial.
Si conseguimos una palanca o nos bajamos de la mula, debemos correr con
suerte en la próxima estación, no vaya ser que existan errores en los datos o
seamos descendientes de vampiros y no salgamos en la foto. Afortunadamente para
expiar nuestros pecados de ciudadano común, la ONIDEX atiende previa cita como
en las clínicas, pero por desgracia los cupos han sido otorgados hasta febrero
del próximo año, lo cual ha paralizado el proceso.
A última hora nos informan que
están cedulando diligentemente a extranjeros que no llenan los requisitos
legales, para que voten por el chavismo. Esto nos sitúa frente a una cuestionable
pérdida de identidad y a un doloroso y peligrosísimo vía crucis en nuestra
amada nacionalidad.
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