La transición había
sido lenta pero forzada, ahora estamos plenamente convencidos que desde La
Habana dictaron la orden al régimen venezolano, para que girara de una vez por
todas hacia las vías de un comunismo de Estado. Las políticas económicas
y sociales, la inherencia de personal castro-comunista en renglones
neurálgicos, la intromisión en los destinos de una nación democrática, el
desconocer los valores y la separación de poderes, el otorgarle todo el mando a
un manipulable autócrata y a un puñado de ladrones que han acabado con los
valores de una rica nación; fueron algunos de los drásticos y nefastos cambios ocurridos en la patria libre de Bolívar, bajo
la tutela de los Castros.
Con
la economía en el subsuelo, sin los elementales recursos para que la sufrida
población pueda subsistir y en la locura de una galopante inflación, a Maduro y
su nefasto gabinete se les ocurre la opaca idea de recoger en 72 horas los
billetes de 100 bolívares. En plena reunión, con los cerebros desfasados, el dictador
en su habitual perorata suelta la perla que los billetes se podrán canjear en
diferentes bancos, entre ellos el Banesco, rebautizado
por él como el nuevo banco no sólo socialista sino además comunista. Al principio pensamos en un lapsus
línguae o un gazapo al que nos tiene acostumbrados el ignorante sátrapa, pero
enseguida imaginamos que se acordó de Raúl, su mentor de la isla y de su
enérgico mandato: Venezuela debe ser otro territorio oprimido de América, antes
que el pueblo te termine de cercar y te apriete más el cuello.
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