Friday, October 28, 2016

¿ÉL O ELLA?



Debemos estar claros, la reñida elección a la que se enfrenta el país más poderoso del planeta, no es una cuestión de género, sino de la capacidad y buena disposición que deben poseer los candidatos para ejercer la difícil tarea de dirigir el destino de la nación. Estamos en la recta final y los aspirantes a la primera magistratura lucen bastante parejos en las encuestas. En la agenda preparada cuidadosamente en esta carrera con obstáculos, los respectivos comandos de campaña colocan trabas para entorpecer la ruta de su adversario.

Hillary, la aspirante demócrata corre montada en un asno, emblema demócrata y viste una chaqueta azul, color que identifica la paz. A ella le tocó esclarecer el uso de dispositivos privados para los correos oficiales y su actuación en el ataque al consulado en Bengasi. Luego de intensas averiguaciones logró superar los escollos.          
Trump, el egocéntrico candidato, ataviado con una corbata roja símbolo de la guerra, sobre el lomo de un elefante, distintivo republicano, conduce peligrosamente su campaña como en una cristalería. Día tras día explosivos tuits, incendiarios discursos, videos comprometedores y su débil y prepotente actuación en los finalizados debates, dan cuenta de lo peligroso que sería para los Estados Unidos y el mundo, si llegase a triunfar en esta competición. A lo largo de este tortuoso trayecto, su arrogante actuación populista desprovista de ideales políticos, se ha visto enlodada con posiciones sexistas, raciales, ofensas a héroes y veteranos de guerra, mofas a discapacitados, restricciones a los medios de comunicación, amenazas a la libertad de culto, ocultas manifestaciones a la supremacía blanca. Sus promesas frívolas son propias del mundo del espectáculo y el uso de mañas, consideradas por él propias de una persona lista, con el fin de ocultar y eludir impuestos, dejan mucho que desear de su honestidad. Para completar su conducta antidemocrática, amenaza con desconocer la inminente victoria que el pueblo le dará a su rival. Al parecer él, el machista, teme que ella, una preparada feminista con exitosos antecedentes y capaz de encarar las arduas tareas que el cargo de presidenta le exige, le arrebate sus petulantes ambiciones.                                                                                     

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