Hay imágenes de menores
en conflictos armados que al ser divulgadas por los medios de comunicación,
impactan a los observadores a nivel mundial. Recordamos la de Kim Phúc, mejor conocida
como la niña vietnamita del napalm, corriendo desnuda con su cuerpecito
quemado. Recientemente nos conmovió la foto del pequeño Aylan de 3 años, quien
se ahogó tras naufragar una embarcación repleta de sirios que huían de la
guerra, o el video de Omran, el niño rescatado de los escombros luego de un
ataque aéreo en la ciudad de Alepo. Estos impresionantes casos han sido
captados por arriesgados reporteros gráficos, pero existen innumerables ejemplos
de infantes anónimos, muertos, heridos o
discapacitados, con traumas emocionales, huérfanos, refugiados, o separados de
la familia, pequeños secuestrados o encarcelados a la fuerza, inocentes
víctimas de explotación sexual o trabajos forzados, criaturas que son
discriminadas por ser fruto de violaciones de soldados invasores a mujeres de
un país ocupado; vulnerables seres humanos que por su corta edad han sido marcados
por sangrientos contextos bélicos a través del tiempo.
También
están los niños soldados, reclutados por milicias o grupos armados irregulares,
menores arrancados de sus hogares y obligados a servir en diabólicos ejércitos,
que usan la violencia como forma para resolver diferencias.
Caso aparte, los menores y adolescentes
que mueren al quedar atrapados entre el fuego cruzado de las pandillas
callejeras, trágicas contiendas esparcidas en barrios de nuestra ciudad y que
frecuentemente colman las paginas rojas de los diarios.
Consciente
la UNICEF, que la guerra no es un juego de niños, promovió en
1989, ante las Naciones Unidas, la Declaración de los Derechos del Niño, principios dedicados a la vida, supervivencia y desarrollo de los menores. Desde entonces las guerras no han cesado y por los vientos agoreros que soplan continuarán. El planeta es testigo de millones de infantes caídos en conflagraciones, Dios proteja a los sobrevivientes.
1989, ante las Naciones Unidas, la Declaración de los Derechos del Niño, principios dedicados a la vida, supervivencia y desarrollo de los menores. Desde entonces las guerras no han cesado y por los vientos agoreros que soplan continuarán. El planeta es testigo de millones de infantes caídos en conflagraciones, Dios proteja a los sobrevivientes.
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