Friday, December 23, 2011
LA PRUEBA DE AMOR
Basada en una historia real.
Brian se levantó tarde ese día, se razuró de prisa, largó la desechable y apenas dió un sorbo al humeante café antes de encender el auto. Anna su amada esposa corrió a despedirlo y a pedir la prueba de amor, que con el apuro no había podido entregar el atrasado Brian. Un rápido beso en los labios y un tibio te amo se perdieron al apenas cruzar la esquina el automovil. De regreso del trabajo, Anna reclama al despistado Brian que donde está su testimonio de afecto, él tomándola apasionadamente en sus brazos , le dá un beso de película y le susurra al oido un cálido te amo. Después de cenar a la luz de las velas y ya dispuestos a dormir, Anna requiere el paradero del testimonio de su afecto, pero no el que Brian se disponía a entregarle con pasión, no era esa la prueba que solicitaba, sino la que ella había dejado en el baño esa mañana. Rapidamente se dispusieron a buscar la demostración del mutuo cariño por todo la pieza. La prueba de amor aparentemente se había esfumado con la basura que recogieron a media mañana.
Al otro día antes del amanecer Brian se encontraba en la puerta del basurero municipal. Desconsolado narró a los operarios la urgencia de buscar el fundamento del querer que yacía entre toneladas de basura. El personal luego de proveérle del equipo apropiado, le indicaron que de todas las personas que en años habían intentado encontrar sus amorosas pertenencias, sólo una lo había logrado despues de muchos días de intento. El encargado sugirió donde comenzar la busqueda de acuerdo a la ruta y el horario de descarga del día anterior. Brian no se amilanó y cual arqueólogo en busca del tesoro perdido, comenzó a excavar entre pañales desechables y restos de comida podrida. A los veinte minutos de ahondar en los residuos, un diligente trabajador se ofreció amablemente a utilizar maquinária pesada para facilitarle la infructuosa busqueda. A los diez minutos de abrirse paso entre nueve toneladas de basura, Brian comenzó a notar objetos que le eranfamiliares, un envase del yogurt predilecto de su esposa, un recipiente del champú como el que usó aquella mañana y otros objetos cercanos a sus gustos. Desesperado y con el corazón en la boca, apresuró la labor, sólo la extraviada prueba del apego giraba en su mente. Al encontrar abierta la bolsa que estaba en el baño y a su lado la rasuradora desechable, el alma le volvió al cuerpo. Se quitó los pesados guantes de cuero que le impedían ser más diligente y entre la viscosidad que cubría sus manos sintió el indicio de la señal perdida.
El grito de felicidad recorrió el depósito de basura, en su poder aunque maloliente estaba la prueba de cinco años de amoroso matrimonio. Luego de desinfectarla corrió a su casa y de rodillas ante Anna no pidió perdón por ser tan despistado, tomó su mano con ternura y colocándole nuevamente en el dedo el anillo de compromiso, le recordó que esa prueba de amor, como los diamantes, sería para toda la vida.
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