Hugo Chávez Frías, presidente de la revolucionaria y convulsionada República de Venezuela, ha sabido aplicar acertadamente esta máxima. Ha divido a su antojo al país y cada vez está más cerca del peligroso objetivo de dicha estrategia: obtener el control absoluto de la nación. Para ello, astutamente, ha polarizado las tendencias económicas, políticas, sociales y religiosas.
Venezuela está dividida en dos irreconciliables grupos, los que tienen y los que no. A los pobres de la tierra, les hace ver que su desdicha es causada por aquellos que poco o mucho tienen y los insta a quitarle a como dé lugar, generalmente de forma violenta, sus posesiones. La maniobra no es elevar el nivel de vida de los injustamente olvidados por anteriores gobiernos, tampoco la de educar y preparar a esa masa proletaria para que puedan disfrutar los beneficios que brindan felicidad. No, bien sabe el mandatario que una odiosa división de clases, unida a un desmedido populismo le dará la ansiada victoria: una larga y prepotente estadía en el poder. Desgraciadamente cuando lo abandone, las profundas cicatrices tardarán muchisimos años en sanar y los desposeídos y los poseedores seguirán mirandose con rabia desde las trincheras que el comandante supo cavar.
El problema que Chávez es ahora de los que tienen. Sobre las trincheras. Profundas las que está cavando.
ReplyDelete