Monday, July 25, 2016

CRUZAR LA FRONTERA POR HAMBRE

             



Desde hace casi un año, el paso por la línea divisoria que separa a Venezuela con Colombia, se mantiene cerrado por orden del régimen venezolano y sólo se permite que atraviesen enfermos y escolares gracias a corredores humanitarios. Ese límite es la permeable frontera entre la escasez y la abundancia, mientras que en Venezuela la revolución bolivariana ha logrado que el hambre transite por las calles, sus vecinos fronterizos gozan de una eficaz disposición para poder satisfacer sus necesidades alimentarias. 
En la ciudad limítrofe de Ureña, la penuria y el desespero llevó a cerca de  un millar de valientes mujeres, autodenominadas las Damas de Blanco, a romper el férreo asedio militar, atravesar el puente Francisco de Paula Santander que separa ambas naciones y llegar hasta la ciudad de Cúcuta, para adquirir los alimentos de los cuales están privadas. A diferencia de sus homólogas cubanas, en lugar de llevar gladiolos en sus manos, de regreso cargaron bolsas repletas con aceite, azúcar, harina, leche y una buena provisión de papel sanitario. 
Ante esta incontrolable crisis humanitaria, Nicolás Maduro tildó la intrépida acción de las damas como un show mediático y luego de calificarla como otro componente de la guerra económica, no le quedó otra alternativa que permitir un nuevo tránsito, por temor a un peligroso estallido social.
Esta vez miles de hombres y mujeres partieron desde San Antonio, cruzaron el puente Simón Bolívar, se abastecieron durante 12 horas en Cúcuta y regresaron a sus hogares repletos de comida para sus hijos.  
Esta pasajera medida no es una solución a largo plazo, no se puede esperar que autoritariamente se abra una frontera para mitigar la miseria  de un país. Esto nos hizo reflexionar sobre la sabia voz popular, cuando de manera acertada enunció, que esta disposición fue pan para hoy y hambre para mañana.  


                                                                

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