La patria es ese pedazo
de tierra donde nacimos o la que nos adoptó, es la cuna que nos enlaza
emocionalmente, la patria es ese espíritu impecable que necesita de nuestro
sacrificio, la patria no tiene dueño y reposa en los corazones libres, ella es
felicidad y también dolor, es la madre sin fronteras, es el principio y fin de
nuestra naturaleza.
No debemos
confundir la patria de Bolívar con la bolivariana, el libertador soñaba con una patria grande y popular, la chavista,
plagada de muerte, es una pesadilla estrecha y populista que se les fuga entre
los dedos autocráticos.
En
Venezuela no hay comida, artículos esenciales ni tampoco medicinas, en ese
marchito país hay presos políticos, se violan constantemente los derechos
humanos y la sangre inocente corre a diario sin que nadie ponga un torniquete
para detener la hemorragia. En la nación bolivariana la corrupción, la
injusticia, la represión, la inseguridad la anarquía y la inflación caminan
unidas de la mano del narcotráfico y el régimen no escucha ni hace nada. El pueblo
no tiene libertad, tampoco luz ni agua, los servicios públicos han colapsado y
son muy pocas las empresas privadas que han logrado subsistir. En Venezuela no
tenemos nadita de nada, pero como dijo Chávez, el comandante eterno y supremo
de esta evidente hecatombe: “tenemos patria”.
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