Desde la
llegada del chavismo al poder, las denuncias sobre los intentos de asesinar a
los presidentes han ido en aumento. Ninguno de los complots, denunciados a los
cuatro vientos, para acabar con la vida de los lideres de la revolución
bolivariana han concluido con el procesamiento de los implicados, así como no
se pudo comprobar el supuesto uso de aviones, potentes venenos, rifles con mira
telescópica, fusiles de asalto, cañones, revólveres y hasta tumores inducidos para
lograr los magnicidios. Según Chavéz y Maduro desde el exterior se planificaron
los atentados, siendo el imperio norteamericano y la otrora hermana República
de Colombia los lugares de procedencia de las confabulaciones. Lo que parecía
una nueva conjura, producto de un mango lanzado contra la cara de Maduro cuando
conducía un autobus, se convirtió en una nueva manera violenta del pueblo
venezolano de ser tomado en cuenta. El servicio de inteligencia revisó el
tamaño del proyectil, el estado de madurez y sobre todo la procedencia de la
fruta y al comprobarse que el arma letal no tenía adherida ninguna etiqueta de
la United Fruit Company, la sospechosa de manguicido fue liberada y sus peticiones,
escritas sobre la fruta fueron satisfechas. De ahora en adelante el mandatario
manejará los autobuses con las ventanas arriba para evitar futuras
conspiraciones.
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