Arnold
Abbott es un activista de 90 años de edad, con una vitalidad envidia de cualquier
jóven actual. Este buen samaritano abriéndo sus bondadosas manos a través del
grupo benéfico “Ama a tu projimo”, se da a la tarea de repartir comida a los hermanos pobres. Pero nuevamente este
generoso hombre es perseguido por las autoridades de la ciudad de Fort
Lauderdale. Su crimen fue quebrar la ordenanza que prohibe alimentar a los
desamparados en sitios públicos. La ordenanza en cuestión fue redactada en
octubre pasado, para garantizar la salud y seguridad pública. Irónicamente la
repartición de alimentos refleja una asépsia total, él viste pulcramente de
blanco, porta guantes de plástico, utiliza envases y utensilios desechables y
los comensales esperan ordenadamente en fila y al final de la jornada recogen
los desechos. En días recientes Arnold fue obligado por la policía a soltar un
plato de comida como si se tratara de un arma letal y conducido posteriormente a
la jefatura, donde fue advertido que de continuar amando al prójimo como a él
mismo, sería penalizado con 500 dólares o 60 días de prisión. La compasión de
este hombre de Dios es inquebrantable como su fe y piensa entablar juicio contra
la ciudad, como ya lo hizo anteriormente, para continuar su labor con los
desamparados. Gracias a Dios que los miembros del ayuntamiento no estaban
presentes cuando Jesús, con tan sólo cinco panes y dos peces milagrosamente
alimentó a cinco mil hombres, porque hubiese sido crucificado antes de tiempo,
por dar de comer al hambriento.
No comments:
Post a Comment