Monday, May 13, 2013

VIOLENCIA EN LA ASAMBLEA NACIONAL


 

La furia de los diputados oficialistas en el parlamento venezolano llena de sombras el pacífico ejercicio legislativo que debe prevalecer en una democracia. Diosdado Cabello, su presidente, nunca está conforme con la coacción que ejerce en nombre de su autoridad, su frenético exceso lo emplea para prohibirle a la oposición el derecho de palabra, expulsarlos de las comisiones de trabajo y amenazarlos con suspenderles el sueldo, hasta que reconozcan a Nicolas Maduro como presidente. El atropello de la bancada revolucionaria subió a planos superiores durante una discusión sobre créditos adicionales, los intolerantes haciendo uso de la violencia, agredieron salvajemente a Julio Borges, María Corina Machado, Ismael Garcia y Nora Bracho. Vulgaridades, empujones, puños y puntapiés fueron lanzados brutalmente para tratar de acallar las voces que representan un sector de los ciudadanos. Para lograr el perverso objetivo, cerraron las puertas para que no pudieran escapar de la cruel paliza, que las cámaras del circuíto televisívo no sacaron al aire, para que no quedara constancia del ensañamiento de los verdugos. El ponente de turno no detuvo la exposición, Cabello con mirada complaciente y sonrisa perversa no llamó a la calma, evidentemente disfrutaba lo que estaba ocurriendo en el recinto. Un teléfono celular captó la grotesca escena, que rápidamente fueron volcadas en la red como testimonio del feroz ataque. Los agredidos no se amilanan, saben que el camino que se avecina será más tortuoso, de nada valen las amenazas y crueles acciones de las que fueron víctimas, ellos regresarán con más fuerza para seguir batallando por la preciosa libertad. Desde la tribuna que les otorgó el pueblo, estos valerosos diputados seguirán portando el verbo encendido como escudo contra la violencia, esa filosa arma de peligrosa envergadura y baja calaña, utilizada por aquellos que no tienen la razón.



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