Tuesday, November 8, 2011
EL TATUAJE DE LA BARBIE
El tatuaje, elemento característico en algunas culturas ancestrales, ha sido objeto de estudios por parte de antropólogos y sociólogos. Años atrás, en nuestro entorno occidental, esas dolorosas impresiones sobre la piel, no eran vistas con buenos ojos, pues eran relacionadas con agresivos pandilleros, desocupados criminales encarcelados y libidinosos marineros que anclaban sobre su cuerpo los amores y desventuras de sus vidas nómadas.
Cuando era niño, en el hogar y la escuela me tenían prohibido tatuarme con las estampas infantiles, solubles en agua, que envolvían la goma de mascar Bazooka.
Viviendo en Washington DC, una noche de regreso a casa descubrí cerca de mi vecindario un bar, nada exquisito, donde el espectáculo central eran hermosas mujeres, desnudas de la cintura hacia arriba, bailando sobre una tarima iluminada. Mientras los parroquianos comentaban alborozados los atributos de las damiselas, un improvisado presentador anunciaba con bombos y platillos la principal atracción de esa velada. De bambalinas apareció una Barbie de carne y hueso, con más carnes en el busto que huesos en las caderas. Los gritos, aplausos y billetes de un dólar, hacían que sus senos vacíos de silicón se agitaran aún más. De repente descubrí que entre la distancia del nacimiento umbilical y la resguardada innombrable, un diminuto tatuaje flotaba sobre la blancura de su piel.
Esa noche en la soledad de mi cuarto, con mi ojo gráfico dibujé entre las sábanas confidentes de aquel sueño húmedo, el tatuaje de un centímetro de diámetro impreso con indelebles tintas de colores. De su piel alzó vuelo la pequeña mariposa tatuada y luego de revolotear por la habitación se posó sobre su inexplorado y terso monte de Venus.
Mattel, fabricante de la Barbie anunció la salida al mercado de una nueva muñeca con tatuaje permanente. No es la primera vez que la empresa incursiona en el campo del tatuaje, años atrás, equipos para marcarse la piel con tinta deleble, obtuvieron notable aceptación en el público infantil.
La reacción de numerosos grupos de padres, sicólogos y organizaciones civiles y religiosas no se hizo esperar, los fabricantes salieron al paso y en un comunicado aclararon que la rosada Barbie no será vendida en jugueterías y departamentos infantiles y que por ser una muñeca de colección, solamente será expuesta en las principales casas distribuidoras de la firma comercial y vendida a personas mayores de edad. Ante esta situación me imagino que a los compradores del juguete se les exigirá identificación personal para verificar si por su edad son aptos para dicha transacción, tal como le sucede a Kent cada vez que va a los lugares donde expenden tabaco y alcohol.
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