LIBRO IMPRESO, ESPECIE EN EXTINCION

Borders,la gigantesca cadena estadounidense de librerías ha colapsado y al cerrar sus 400 tiendas deja sin empleo a 11000 trabajadores, mientras su archirival Barnes & Noble busca comprador para las 700 sucursales que tiene diseminadas por todo el país.
La cultura del libro está cambiando, con la entrada al mercado de la versión electrónica , la tecnología le puso letra muerta a la obra impresa y con la aparición de las tablas y los libros digitales , la longeva escritura Gutenberg va en vías de extinción.
Pero no sólo las megalibrerías tienen problemas, en Cayo Hueso, isla en el extremo sur de la Florida, paraíso turístico y refugio de escritores de la talla de Tennessee Williams y Ernest Hemingway, las pequeñas librerías independientes luchan a brazo partido para permanencer abiertas, ya se han perdido 2 de los 4 sitios de venta y fomento de la literatura en la comunidad; el cortejo fúnebre reparte amarillentas hojas de papel en su recorrido incierto.
Pero mientras el libro impreso agoniza, Brewster Kahle, pionero de la internet, se ha enfrascado en la titánica misión de preservar una copia de cada libro publicado, almacenándolos en un depósito en Richmond, California, dentro de modificados y climatizados contenedores de barcos, con la esperanza que perduren para siempre.Con sus respectivos códigos de barra que identifican la caja de cartón, la paleta y el contenedor, los 500.000 libros hasta ahora celosamente guardados, pudiesen ser el génesis de la nueva biblioteca de Alejandría. Más no contento con este trabajo, Kahle ha creado una biblioteca virtual-gratuita con aproximadamente 3 millones de títulos escaneados hasta el momento, labor que también demuestra su pasión por la palabra digital.
Reconozco que soy un apasionado del papel, que el olor a tinta me embriaga, que no puedo ocultar que estoy enchapado a la antigua, que reconozco el poder y la utililidad de las nuevas herramientas tecnológicas, pero no puedo dejar de llorar este entierro presagiado y desde ya me preparo anímicamente para leer con voz entrecortada, había una vez un libro impreso...

CODIGO ROJO : BASURA ESPACIAL

Los Estados Unidos acaban de completar un emocionante ciclo de viajes científicos al espacio. El aterrizaje del transbordador Atlantis cerró con nostalgia y alegría 30 años de exploración sideral por parte de la NASA. Atrás quedó la carrera espacial que enfrentó a Rusia, la perra Laika y al cosmonauta Yuri Gagarín, con John Glenn, el primer estadounidense en orbitar la tierra. Luego vendría el alunizaje y la clavada de la rígida bandera norteamericana en la superficie lunar por el astronauta Neil Armstrong, seguido en televisión por millones de atónitos espectadores en todo el mundo.
Con el cierre del programa de transbordadores, la fúlgida luna, ese cuerpo celeste que gira alrededor de la tierra, reflejando la luz del sol e inspirando a poetas y compositores, es cosa del pasado; ahora un cráter marciano donde hubo agua y un asteroide cercano son las nuevas metas de la NASA, dejando abierta la ruta lunar a empresas privadas.
Pero no todo en el espacio es color de rosa, existen más de 20.000 piezas de basura circulando la órbita terrestre; pedazos de cohetes, satélites y estaciones destruidas y abandonadas por los paises involucrados en la nueva era de la conquista sideral. En varias ocasiones la Estación Espacial Internacional ha recibido el código rojo de seguridad, cuando piezas se acercaban a gran velocidad, con el riesgo de una peligrosa colisión.
Que desgracia, no contentos con llenar la Tierra con desechos, ahora contaminamos los espacios infinitos.