Monday, May 16, 2016

COCO CHANEL EN LA HABANA

                               


Evidentemente Cuba es el último grito de la moda y su resonancia parece ser producida por un cercano capitalismo de Estado. A la necesitada isla siguen llegando dignatarios ofreciendo acuerdos de cooperación y condonando deudas. Celebridades del espectáculo acaparan la atención mundial al interpretar, en lenguas antes prohibidas, conciertos multitudinarios. Actores de Hollywood conducen automóviles de alta cilindrada por las calles habaneras, intentando competir sentimentalmente con los antiguos autos que recuerdan almendrones de colores vivos. De los cruceros bajan turistas sedientos de ron, tabaco y Tropicana, mientras que de los aviones descienden científicos, estudiantes y gente chic, deseosos de constatar en vivo una nación que está congelada en el tiempo, o sea, pasada de moda. Los empresarios no se quedan rezagados y presurosos ofrecen capital, pero no el de Karl Marx sino el de su tocayo Karl Lagerfeld, zar de la alta costura y diseñador de artículos de lujo de la Casa Chanel.   
Con las últimas tendencias en prendas de vestir, la evocación a Coco aterrizó recientemente en La Habana, sus espigadas modelos de andar felino desfilaron, por la improvisada pasarela del Paseo del Prado, ataviadas con coloridos atuendos de corte caribeño, franelas estampadas con la subliminal frase: “Viva Coco Libre” y luciendo como complemento boinas a la usanza guerrillera. La policía estableció férreo control en el área y sólo permitió la asistencia por estricta invitación. El proletariado, siempre ignorado y lleno de carencias, fue convidado de piedra en esta elitista celebración, el cubano de a pie, perseguido por intentar mostrar veleidades pequeño burguesas, es obligado por la revolución a vestir con ropa cortada por el mismo patrón, el pueblo no conoce de lujos y el lujo, como decía Coco, es una necesidad cuando no exista la necesidad.     


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