Friday, October 18, 2013

ACOSO CIBERNETICO

                                 

Rebecca, una niña de 12 años de edad, llevaba la carga de una tormenta oculta. Un dia  no pudo soportar más el constante abuso al cual era sometida   y en medio de su angustia decidió lanzarse de una torre en una planta de concreto abandonada. Durante meses “Becca”, como la conocía la familia, fue intimidada con mensajes enviados por 15 compañeras de estudios. Nadie sabia el dolor que estaba soportando, en su computadora las autoridades encontraron notas como: “Tu eres fea ¿Por qué estas viva? Puedes morirte por favor”, así como consultas de cómo quitarse la vida. En el acoso, conocido en inglés como “bullying”, se emplea la fuerza, la amenaza o la coerción, para imponer dominio sobre la víctima, logrando en ella un serio desbalance emocional que puede desencadenar en estrés, soledad, depresión, baja autoestima, ansiedad y hasta en suicidio. Con el fin de amedrentar a la víctima, en el acoso cibernético se envían, generalmente de manera anónima, correos, mensajes de textos o se colocan en las páginas sociales, notas o imágenes basadas en credo o religión, género o sexo, nacionalidad, raza, estrato social, discapacidad u orientación sexual, Rebecca, el ángel de concreto, no pudo elevarse por encima de sus sueños, nunca quiso haber nacido. Ella no es la primera acosada que termina en la morgue, rogamos fervorosamente que sea la última. Los legisladores estatales presionados por la sociedad civil, se aprestan a elaborar una ley contra el acoso escolar. No queremos seguir leyendo desgarradores epitafios como este, dejado por un adolescente en su computadora: “Querida familia, cuando ustedes lean esta inscripción, yo estaré muerto. Por favor perdonen la decisión que he tomado, pero de cualquier manera no es mucho lo que se pierde y el mundo será un sitio mejor sin mí”.                                              

LOS DERECHOS HUMANOS EN COREA DEL NORTE


En la comunista Corea del Norte, que paradójicamente se autodenomina república democrática, los derechos humanos brillan por su ausencia. La represión y la hambruna deambulan por las calles tomadas de la mano, mientras la cúpula del partido vive en la opulencia y desafía con sus pruebas nucleares la paz y la seguridad mundial. Recientemente Hion Song-wol, cantante pop de un reconocido grupo musical, desapareció de los escenarios para siempre. La vocalista estuvo unida sentimentalmente a Kim Jong-un, el hombre fuerte de ese país e hijo menor del finado dictador Kim Jong-il. La artista era reconocida por ejecutar nostálgicas melodías tradicionales y canciones patrióticas, en las cuales elogiaba al lider soberano, al gobierno y al trabajo colectivo. La interprete de preciosa voz, delicadas maneras y elegante porte, fue fusilada junto a los integrantes de la orquesta, acusados de realizar videos pornográficos. Como los básicos derechos de expresión e información estan cercenados en ese país, no se conocen a ciencia cierta los detalles de esta matanza, pero entre los inocuos videos de la interprete, hay uno que se supone fue la causa del fusilamiento. La artista bailó una melancólica canción titulada “Aloha Oe”, popularizada por Elvis Presley, vestida con una malla blanca y roja, de la cual no se despojó y al finalizar la danza levantó su pierna derecha hasta la altura de la cabeza. Imaginamos que ese paso, usual en una rutina de baile, sacudió la ira antimperialista del farandulero jefe supremo y los celos de su actual esposa Ri Sol-ju, exintegrante del grupo musical masacrado. Mientras esto ocurría, el misionero cristiano estadounidense Kenneth Bae cumple una injusta condena de 15 años de trabajo forzado, por haber intentado introducir ilegalmente al país literatura evangelística; peligroso material incendiario para un régimen que mancilla a diario la justicia, la paz y la libertad.